La info está sacada de diferentes páginas web, y del libro La llama doble, de Octavio Paz, que es uno de mis favoritos.
Mis alumnos de arte saben que la escultura de Antonio Canova Eros y Psique es una de mis favoritas del mundo mundial. Aquí les dejo la historia:
En una ciudad de Grecia había un rey y una reina que tenían tres
hijas. Las dos primeras eran hermosas. Para ensalzar la belleza de la tercera,
llamada Psique, no es posible hallar palabras en el lenguaje humano. Tan
hermosa era que sus conciudadanos, y un buen número de extranjeros, acudían a
admirarla. Incluso dieron en compararla a la propia Venus, y no advirtieron
que, al descuidar los ritos debidos a esta diosa, tal vez estaban atrayendo
sobre la bella y bondadosa joven un destino funesto. Venus, la diosa que está
en el origen de todos los seres, herida en su orgullo, encargó a su hijo Eros:
"Haz que Psique se inflame de amor por el más horrendo de los monstruos"
y, dicho esto, se sumergió en el mar con su cortejo de nereides y delfines.
Psique, con el correr del tiempo, fue conociendo el precio
amargo de su hermosura. Sus hermanas mayores se habían casado ya, pero nadie se
había atrevido a pedir su mano: al fin y al cabo, la admiración es vecina del
temor... Sus padres consultaron entonces al oráculo: "A lo más alto
contestó la llevarás del monte, donde la desposará un ser ante el que tiembla
el mismo Júpiter". El corazón de los reyes se heló, y donde antes hubo
loas, todo fueron lágrimas por la suerte fatal de la bella Psique. Ella, sin
embargo, avanzó decidida al encuentro de la desdicha.
Sobre un lecho de roca quedó muerta de miedo Psique, en lo alto
del monte, mientras el fúnebre cortejo nupcial se retiraba. En estas que se
levantó un viento, se la llevó en volandas y la depositó suavemente en una
pradera cuajada en flor. Tras el estupor inicial Psique se adormeció. Al
despertar, la joven vio junto al prado una fuente, y más allá un palacio. Entró
en él y quedó asombrada por la factura del edificio y sus estancias; su asombro
creció cuando unas voces angélicas la invitaron a comer de espléndidos platos y
a acostarse en un lecho. Cayó entonces la noche, y en la oscuridad sintió
Psique un rumor. Pronto supo que su secreto marido se había deslizado junto a
ella. La hizo suya, y partió antes del amanecer.
Pasaron los días por la soledad de Psique, y con ellos sus
noches de placer. En una ocasión su desconocido marido le advirtió:
"Psique, tus hermanas querrán perderte y acabar con nuestra dicha".
"Mas añoro mucho su compañía dijo ella entre sollozos. Te amo
apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi sangre". "Sea
", contestó el marido, y al amanecer se escurrió una vez más de entre sus
brazos. De día aparecieron junto a palacio sus hermanas y le preguntaron,
envidiosas, quién era su rico marido. Ella titubeó, dijo que un apuesto joven
que ese día andaba de caza y, para callar su curiosidad, las colmó de joyas.
Poco antes de que anocheciera, Psique tranquilizó a sus hermanas y las despidió
hasta otra ocasión.
Con el tiempo, y como no podía ser de otra forma, Psique quedó
encinta. Pidió entonces a su marido que hiciera llegar a sus hermanas de nuevo,
ya que quería compartir con ellas su alegría. Él rezongó pero, tras cruzar
parecidas razones, acabó accediendo. Al día siguiente llegaron junto a palacio
sus hermanas. Felicitaron a Psique, la llenaron de besos y de nuevo le
preguntaron por su marido. "Está de viaje, es un rico mercader, y a pesar
de su avanzada edad..." Psique se sonrojó, bajó la cabeza y acabó
reconociendo lo poco que conocía de él, aparte de la dulzura de su voz y la
humedad de sus besos... "Tiene que ser un monstruo ", dijeron ellas,
aparentemente horrorizadas, "la serpiente de la que nos han hablado. Has
de hacer, Psique, lo que te digamos o acabará por devorarte". Y la ingenua
Psique asintió.
Cuando esté dormido, dijeron las hermanas, coge una lámpara y
este cuchillo y córtale la cabeza". Enseguida partieron, y dejaron sumida
a Psique en un mar de turbaciones. Pero cayó la noche, llegó con ella el amor
que acostumbraba y, tras el amor, el sueño. La curiosidad y el miedo tiraban de
Psique, que se revolvía entre las sábanas. Decidida a enfrentar al destino,
sacó por fin de bajo la cama el cuchillo y una lámpara de aceite. La encendió y
la acercó despacio al rostro de su amor dormido. Era... el propio dios Eros,
joven y esplendoroso: unos mechones dorados acariciaban sus mejillas, en el
suelo el carcaj con sus flechas. La propia lámpara se avivó de admiración; la
lámpara, sí, y una gota encendida de su aceite cayó sobre el hombro del dios,
que despertó sobresaltado.
Al ver traicionada su confianza, Eros se arrancó de los brazos
de su amada y se alejó mudo y pesaroso. En la distancia se volvió y dijo a
Psique: "Llora, sí. Yo desobedecí a mi madre Venus desposándote. Me ordenó
que te venciera de amor por el más miserable de los hombres, y aquí me ves. No
pude yo resistirme a tu hermosura. Y te amé... Que te amé, tú lo sabes. Ahora
el castigo a tu traición será perderme". Y dicho esto se fue. Quedó Psique
desolada y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar, inútilmente, el
favor de los dioses: la cólera de Venus la perseguía. La diosa finalmente dio
con ella, menospreció el embarazo de la joven, le dio unos cuantos sopapos y la
encerró con sus sirvientas Soledad y Tristeza.
El caso es que Venus decidió someter a Psique a varias pruebas,
convencida de que no podría superarlas; mas acudieron en ayuda de la joven las
compasivas hormigas, las cañas de los ríos y las aves del cielo. La última
prueba, en cambio, fue la más terrible: Psique
bajó a los infiernos en busca de una cajita que contenía hermosura divina.
En el camino de regreso, sin embargo, quiso ella misma ponerse un poco y, al
abrir la caja, un sueño insoportable se abatió sobre ella. Y habría muerto, de
no ser porque Eros, su loco enamorado, acudió a despertarla: "Lleva
rápidamente la cajita a mi madre, que yo intentaré arreglarlo todo" dijo,
y se fue volando. En la morada de los dioses, a petición de Eros, Zeus
determinó que los amantes podían vivir juntos. Así que Hermes raptó a Psique y
la llevó al cielo, donde se hizo inmortal. Y fueron juntos felices Eros y
Psique y a su debido tiempo tuvieron una niña a la que en la tierra llamamos
Voluptuosidad.
De esta
historia, Octavio Paz dice:
"Una de las primeras apariciones del amor, en el sentido
estricto de la palabra, es el cuento de Eros y Psique que inserta Apuleyo en
uno de los grandes libros más entretenidos de la Antigüedad grecorromana: El
asno de oro. Eros, divinidad cruel y cuyas flechas no respetan ni a su madre ni
al mismo Zeus, se enamora de una mortal, directamente inspirada por el Fedro de Platón: “el alma individual (Psiquis), imagen fiel del alma universal (Venus),
se eleva progresivamente, gracias al amor (Eros), de la condición mortal a la
inmortalidad divina.” La presencia del alma en una historia de amor es, en
efecto, en eco platónico y lo mismo debo decir de la búsqueda de la
inmortalidad, conseguida por Psiquis al unirse con una divinidad. De todos
modos, se trata de una inesperada transformación del platonismo: la historia es un cuento de amor realista
(incluso hay una suegra cruel: Venus), no el relato de una aventura filosófica
solitaria.
No sé si los que se han ocupado de este asunto hayan reparado en
lo que, para mí, es la gran y verdadera novedad del cuento: Eros, un dios, se
enamora de una muchacha que es la personificación del alma, Psiquis. Subrayo,
en primer término, que el amor es mutuo y correspondido; ninguno de los dos
amantes es objeto de contemplación para el otro; tampoco son gradas en la
escala de la contemplación. Eros quiere a Psiquis y Psiquis a Eros; por esto,
muy prosaicamente, terminan por casarse. Son innumerables las historias de dioses
enamorados de mortales pero en ninguno de estos amores, invariablemente
sensuales, figura la atracción por el alma de la persona amada.”
Ahora veamos
las imágenes:
En el sentido de las manecillas del reloj, tenemos a Eros queriendo besar a Psique, pues ya se ha enamorado de ella, y antes de raptarla. Fíjate como arriba de Psique hay una mariposa, que es su atributo iconográfico (el elemento que hace que la reconozcamos, y que se repite en muchas de sus representaciones). En la segunda imagen, Psique tentada por la curiosidad, alumbra a Eros con la lámpara, y en el caso de esta escultura se muestra justo antes de que Eros despierte por la quemadura en su hombro. Fíjate que Psique tiene alas de mariposa!
La tercera imagen, que es de los prerrafaelitas ingleses, se muestra a Psique que abre la cajita que Venus la envió a recoger para ella en el inframundo. En la segunda fila de fotos, cuando Eros la encuentra, ya es tarde y Psique ha muerto, que es lo que vemos en el relieve de abajo a la izquierda, sin embargo, Eros la besa, y con ese beso le regresa el hálito de vida y Psique levanta los brazos para abrazarlo, que es lo que vemos en la obra de Antonio Canova.
Es por esto que es mi escultura favorita.
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